Pensé que era amor
al reconocer tus pasos en cada calle de Madrid.
Al recorrer cada bar donde respirabas,
al volar en cada jaula que te daba la libertad.
Y pese a tus dedos
me fallaron las alas,
y acaricié el suelo con la lengua
cuando mi corazón empezó a preferir un cigarro
antes que tu boca.
Cuando el fuego de mi zippo,
brillaba más que tú.
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